Por. Nicolás O. García
Experimental y controversial, son conceptos que bien encajan para revivir una colección quizás no tan popular al ojo comercial pero que sin duda dejó una imagen tan icónica como polémica, nos referimos a la colección primavera 1998 del diseñador turcochipriota Hussein Chalayan.
Familiarizado con la cultura de la moda inglesa y francesa pero jamás perdiendo sus orígenes, el diseñador realizó toda una declaración en su show y acercó la moda a la política como nunca. Un poco de mangas extra largas y piezas blancas dieron inicio al espectáculo que era sólo un preludio, para dar paso a la provocación con transparencias extremas, líneas y figuras geométricas muy delimitadas y un cambio en la paleta de colores a rojo y negro.
Pero lo que más se robó la atención del show fue que la colección incluyera algunos burkas, vestimenta tradicional usada por mujeres en países de religión islámica como Afganistán, Arabia Saudita, Pakistán o Irán, y no sólo fue la presentación de una modelo vistiendo uno, sino que fue toda una performance en la que un grupo de modelos llevaba burkas de diferentes longitudes, el primero llegaba hasta el suelo y progresivamente se hacían más cortos, el último apenas cubría la cara de la modelo y estaba completamente desnuda debajo, lo que transformó a la colección en una de las postales de moda más ardientes de la década.
Y lo más importante es que 20 años después podemos darnos cuenta como en ese entonces Chalayan tocó temas que hoy siguen en la palestra, como la emancipación femenina y hasta donde se ha conseguido avanzar en materia de derechos de la mujer, además del debate que genera la prenda típica de mujeres musulmanas el que se mezclan argumentos que abarcan desde la invisibilización de la mujer en la sociedad así como la libertad religiosa y el derecho de la mujer a elegir su vestimenta; de cualquier forma, el show nos dejó imágenes dignas de recordar el día de hoy.