Por. Javiera Acuña
Richard Quinn lleva varias temporadas sorprendiéndonos de manera gloriosa y es claro que el británico seguirá por mucho tiempo más dando que hablar. Al fin y al cabo, ha destacado desde sus estudios en Central Saint Martins, donde recibió la beca Stella McCartney.
El diseñador nacido en los 90`s ha sido postulado por sus fans como el sucesor de Michele en Gucci en varias ocasiones y es que no sería raro, por que el alma y corazón de sus diseños nos entregan una vibra muy parecida. A pesar de que Alessandro Michele siempre ha apostado por la superposición de capas, en oposición encontramos a Quinn, con siluetas concretas a través de la reconstitución del vestido, presentándolo en todas sus formas posibles.
En 2019, Richard Quinn ya había realizado una colección cápsula para Moncler dentro del programa Genius, ( la incubadora creativa que cada temporada selecciona a diseñadores diferentes que ofrecen su visión de la marca). Fue ahí donde pudimos ver la genialidad del diseñador que a través de flores, animal print y plumas, logro algo que solo alguien con un muy buen ojo estético y visionario puede hacer.
Quinn es de esos diseñadores que producen una fascinación generalizada, ya que opera en un universo propio, alejado por completo de las tendencias que se marcan todas las temporadas en el mundo de la moda. Lo suyo es una estética marcada, que permite reconocer sus diseños a la distancia, con estampados y siluetas concretas que hacen referencia a la tradición británica, usando poderosos prints y colores como herramienta.
Era de esperar, que este año no fuera diferente a los anteriores y Richard nos volviera a sorprender. Y así fue, con una colección cápsula nuevamente de la mano de Moncler.
En una habitación diseñada para parecerse a 2001: Space Odissey de Kubrick. Richard Quinn presentó una colección con una sección de apertura que imitaba formas definidas por siluetas triangulares ceñida al cuerpo en la parte superior y enormes faldas en la parte inferior, donde no podía faltar llamativos estampados y también presencia de pasamontañas, hoy más presentes que nunca en las pasarelas.
Quinn dijo que había querido colisionar la moda de ciencia ficción de los años 60 con su propia estética adornada, algo así como un «Retro-futurismo».
Aquí les dejamos algunas imágenes de su ambiciosa colección, que condujo a una serie de piezas impresionantes de gran impacto.