FASHION

Cómo la década del 2010 cambió el switch en la moda.

Por. Nicolás O. García


Para nadie es sorpresa que en diez años muchas cosas suceden: cambios, transiciones y evoluciones, y la industria de la moda ha sido testigo de cómo esos sucesos han marcado precedentes también en su historia. Y es que si bien cada década presenta márgenes muy delimitados, desde el 2010 los espectros se han ampliado, y los límites se ven cada vez más lejanos, provocando una revolución mucho más profunda que lo netamente superficial, transmitiendo un mensaje de trasfondo, ya sea de lucha, inclusión o auto-aceptación.

La década en la moda comenzó de una forma muy poco usual (quizás adelantándose a lo que vendría), con la cantante newyorkina Lady Gaga y el famoso vestido de carne en la entrega de los MTV Video Music Awards 2010, el cual ha sido recientemente nombrado uno de los momentos más definitorios de la moda de esta década. Sin embargo lo que muchos desconocían era el mensaje detrás del polémico atuendo, que en palabras de la misma Gaga, era una potente declaración acerca de la política militar estadounidense «Don’t Ask, Don’t Tell», en la cual los miembros del ejército cuya orientación sexual era no heterosexual, se les prohibía hablar abiertamente sobre ello. «Si no defendemos lo que creemos y si no luchamos por nuestros derechos muy pronto, vamos a tener tantos derechos como la carne en nuestros propios huesos. Y no soy un pedazo de carne», señaló la intérprete en el programa de Ellen DeGeneres.

Entonces, podemos inferir que desde esta década se han potenciado las múltiples maneras de decir lo que pensamos, o manifestar nuestro descontento a través de otras vías, y aprovechar cada instante para transmitir un mensaje. De ahí vienen las grandes transformaciones sociales de las cuales hemos sido testigos, y por supuesto que la moda no podía ser tan frívola, y supo adaptarse a esta nueva era.

La diversidad y la androginia han sido uno de los tópicos fuertes en cuanto a estilo en los últimos años. La visibilidad de distintas identidades ha hecho tomar conciencia tanto a tiendas como diseñadores sobre la transmutación de la idea del género, y cómo la brecha entre lo masculino y lo femenino se vuelto cada vez más inexistente, creando prendas que no distinguen mayores diferencias. Diseñadores como Rick Owens se han enfocado en líneas sin género, mientras que tiendas como H&M o Zara han promovido nuevas colecciones unisex. Las líneas de maquillajes como M.A.C. o la recién estrenada Haus Laboratories de Lady Gaga también parecen hacer eco en el uso de los cosméticos tanto para hombres, mujeres o géneros fluídos. Asimismo, las pasarelas o revistas de moda han incluido a modelos transgéneros o no binarios, apostando por una pluralidad de expresiones de género.

Otro punto fuerte que este decenio ha logrado destacar, es la variedad de cuerpos que existen en nuestra sociedad. La gente comenzó a percatarse de lo poco representativos que eran los y las modelos de pasarela, quienes comúnmente eran atractivos de rostro y extremadamente delgados. Por fortuna algunas mentes notaron la importancia de la inmensidad de corporalidades existentes, y de a poco comenzamos a ver a modelos de distintos rasgos étnicos, modelos plus-size, e incluso rostros cuyas «imperfecciones» los hacen únicos, o alguna condición de salud que les diferencie de los modelos convencionales.

Y aunque la moda es una de las industrias más contaminantes del mundo y está lejos de reducir su huella ambiental, hacia finales de la década varios se han tomado bastante en serio (por fin) la ética, y han impulsado la moda sustentable donde son esenciales elementos como el reciclaje de los materiales, las telas orgánicas o la piel sintética. Nombres como el de Stella McCartney se han destacado en este aspecto y ya sea trabajando para otras marcas o en sus propias colecciones han sabido implantar su sello de «slow fashion» y generar una conciencia global sobre nuestro entorno.

Son numerosas las maneras en las que la industria textil ha sabido adaptarse a una nueva generación con ansias de cambios, y un hambre voraz por decir lo que piensa, por lo mismo no es extraño que sea más frecuente presenciar discursos políticos y diversas formas de vida en medio de las pasarelas, generando un replanteamiento de nuestro entorno y nuestras conductas.

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