Por. Javiera Acuña
Mucho podríamos hablar de ésta película de culto, podríamos hablar de su estética, de su música, de los distintos símbolos que son representados a lo largo de ella, pero hoy vamos a hablar de ella como un hito y sobre como marcó un antes y un después en lo que conocemos como «películas musicales clásicas» transgrediendo todos los límites heteronormados que podríamos haber visto hasta el momento, en el género. Partiendo por su protagonista, Hedwig, una mujer trans, cantante de una banda de rock.
En desobediencia a lo que conocíamos hasta el momento por musical, en esta película no hay coreografías ni danzas estructuradas. Sin embargo, Hedwig, asume una apropiación característica de su cuerpo, por medio de presentaciones en restaurantes y bares underground, a través de una performance de rockstar, cantando y moviéndose al ritmo de las canciones.
También es interesante el tipo de tomas que componen la película, con encuadres utilizados frecuentemente en videoclip, movimientos de cámara y gamas de colores que nos hacen recordar los videos de bandas de rock noventeras.
Una de las cosas que llama mucho la atención de esta película, es que a pesar de encontrarse personajes homofóbicos, en algunas escenas, son los menos y el drama no se centra en ellos, lo que se valora enormemente. Además, la música es un elemento clave en la película, escrita y compuesta por Stephen Trask, quién a mi parecer es un genio, que nos entrega piezas musicales dignas de un Grammy.
Como la canción “Origin Of Love”, a través de la cual Hedwig nos entrega su postura frente el amor. Evidenciando que el conflicto central de la película es su corazón roto.
El conflicto amoroso de Hedwig and the Angry Inch a diferencia del romance impuesto por el cine musical clásico, es que este no es representado por la fantasía cursi de las relaciones y parejas perfectas, sino todo lo contrario: trata sobre el desencuentro.
La película avanza con la idea de la separación del ser que complementa nuestro cuerpo y la búsqueda constante de ese pedazo que fue mutilado, pero al fin y al cabo esa idea se desvanece. Dejando totalmente de lado la representación del amor romántico idealizado, manteniendo una posición crítica hacia las relaciones afectivas, donde el amor no solo junta a dos individuos distintos, sino también los distancia y produce un encuentro con la individualidad. El único encuentro que deseaba Hedwig era consigo misma, con el cuerpo sin sexo ni estigmas de género que camina desnudo por la calle y se pierde con la noche.
Si aún no la has visto, te invito a hacerlo, sin duda alguna es una película con una propuesta estética interesante, buena música y una trama que no te dejará indiferente.